
Diego Spagnuolo
Argentina nunca deja de dar material. El caso Spagnuolo mostró, una vez más, que en la política nacional los micrófonos ocultos hablan más que los funcionarios, y que los dólares en oficinas oficiales se multiplican como si tuvieran vida propia. El Gobierno intenta bajarle el tono diciendo que es “un caso individual”, pero el eco en los pasillos de la Casa Rosada suena bastante más fuerte.
El dólar, que parecía domado, volvió a marcar rumbo. Ya nadie se pregunta si subirá o bajará, sino cuánto durará en la mano de los que cobran en pesos. A la par, Rosario encendió las alarmas con el fentanilo: el hallazgo de dosis listas para circular reveló que podemos ser ruta de exportación de un veneno que ya golpea en otras latitudes.
En el Congreso, la postal fue casi de colección: los senadores, con el bolsillo más ancho, aprobaron aumentos que los llevarían a cobrar cerca de 10 millones de pesos al mes. Todo en un país donde la mayoría no llega ni a fin de quincena. Quizás la austeridad que pregonan sea solo para la tribuna.
Mientras tanto, en Jujuy, el viento norte trajo los habituales cortes de luz. Y aunque los comunicados técnicos abunden, la bronca social no se disipa. Negocios paralizados, hospitales en emergencia y familias iluminándose con velas en pleno 2025.
Pero el 23 de Agosto marcó, como cada año, la evocación del Éxodo Jujeño. Un hecho histórico que, curiosamente, sigue sin ser valorado en su verdadera dimensión por el resto del país. San Salvador, en 1812, era el paso obligado y el centro neurálgico de la guerra por la independencia. Sin ese sacrificio —ese pueblo que abandonó todo y dejó tierra arrasada—, buena parte de la libertad obtenida después habría quedado en veremos. Que no se reconozca nacionalmente con la fuerza que merece, dice mucho de cómo la historia se cuenta a medias.
En el tablero político local, los libertarios aparecen sujetos a la suerte de Milei. Con candidatos poco conocidos y un discurso que, si se lleva a la práctica, podría terminar siendo más preocupante que esperanzador —basta mirar lo que ocurre con el escándalo del ANDIS—, el panorama no es alentador.
El nuevo frentede “Primero Jujuy Avanza” busca despegarse del camporismo / kirchnerismo, queriendo mostrarse como una oposición frente a La Libertad Avanza. Sus banderas: defender a la gente de políticas que no contemplan la discapacidad, los despidos masivos ni las necesidades reales.
El gobierno local, por su parte, se acomoda como puede entre los tironeos de Nación y las demandas de la provincia, en un equilibrio que siempre parece inestable. La izquierda, con Vilca nuevamente como candidato testimonial, repite el libreto de siempre, como si la novedad fuese un lujo innecesario. Y el PJ oficial, con Leila Chaher a la cabeza, enfrenta su propio laberinto: necesita sumar aliados, pero la dedocracia que baja desde Instituto Patria sigue generando más enojos que acuerdos. Así cierra la semana: entre dólares que aparecen donde no deberían, senadores que cobran como si vivieran en Suiza, apagones que parecen de otro siglo, y un pueblo jujeño que recuerda su gesta independentista mientras observa cómo, dos siglos después, todavía debe sacrificarse por una libertad que nunca llega completa.
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