
El santiagueño Ariel Díaz Ailán es uno de los propietarios de una empresa dedicada al desarrollo de software, fundada durante la pandemia y que pudo crecer en ese contexto.
Esta semana, esa compañía sacudió el tablero tecnológico porque recibió U$S 3 millones del fondo de inversión Tiger Global Management; el que cuenta con más unicornios en el mundo tech.
Al margen de lo que sucede con Rebill, la empresa que creó con Nahuel Candia, Díaz Ailán dialogó con EL LIBERAL sobre cómo la cada vez mayor demanda de programadores, abre una ventana de oportunidad para la mano de obra argentina.
La compañía que hasta noviembre del año pasado estaba compuesta por 4 personas, creció a 20.
De ese total, 13 son desarrolladores de software o bien están dentro de lo que se llama IT (Tecnología de la Información).
En los próximos 12 meses, van a ser 40 para cubrir los planes de crecimiento de la empresa.
Ante la consulta respecto de cómo impacta en las empresas la dinámica de la economía nacional y los cambios que se suceden en distintos aspectos diarios de la gestión empresaria, apuntó que “hemos nacido bajo las condiciones actuales por lo que nos adaptamos”.
A la par que señaló que aún con los problemas que suelen surgir, hasta ahora “no ha sido nada que no hayamos podido sortear hasta el momento, al haber nacido como compañía dentro de la coyuntura de los últimos años”.
No obstante, indicó que “apostamos a que el país pueda aprovechar la oportunidad histórica que tenemos dentro de la industria del software en lo que respecta a la exportación de servicios. De seguro hay mucho más para potenciar y favorecer al sector”.
En tanto, respecto de si hoy existe en el país la oferta laboral suficiente para cubrir los puestos necesarios, indicó que “la pandemia ha generado que empresas globales vengan por el talento latinoamericano, que ahora lo toman remoto, lo que ha hecho que la competencia por los recursos humanos sea aún más alta que en el pasado. En nuestro caso al estar en fintech, lo hace todavía más desafiante porque se requieren personas con habilidades muy específicas”.
Agregó que “la demanda es mayor a la oferta disponible, pero por suerte hay compañías trabajando en resolver este problema muy bien como lo son las argentinas Coderhouse y Henry, o como la colombiana Platzi”.
Agregó que cada vez hay mayor cantidad de gente que se vuelca aún desde otras profesiones a incursionar en el desarrollo de software: “Sin ir más lejos, mi novia es abogada, pero hace 9 meses que trabaja como desarrolladora para una empresa de Chile que justamente hace software para abogados. Este tipo de combinaciones están generando nuevos perfiles que antes no existían y dando nuevas oportunidades en la región”.
La empresa está basada en Buenos Aires, pero “estamos por iniciar operación local en México y Colombia. La pandemia también nos ha permitido en algún punto expandirnos más rápido porque del otro lado ya no esperan necesariamente una reunión presencial para cerrar un acuerdo comercial. Lo mismo de cara a recibir inversión. Nosotros hemos levantado más de U$S 3 millones sin habernos reunido ni una sola vez de manera presencial con nuestros inversores. Esto, dos años atrás, era totalmente impensado. Mucho menos que el fondo número uno del mundo invierta de manera remota en una empresa de origen argentino”.
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