julio 1, 2025

Más política ficción

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Tras la derrota el Gobierno se embarcó en una estrategia de dos fases para sobrevivir hasta 2023. La primera la despliega en la interna y apunta a que la coalición panperonista no se fragmente. Para eso hoy habrá un acto promovido por sindicalistas y piqueteros al que se sumó La Cámpora, brazo ejecutor de la voluntad de la vicepresidenta.­

Es una movilización para consumo de la dirigencia y de los medios, porque la consigna de que el «peronismo unido jamás será vencido» demostró ser doblemente falaz. En las PASO y en las generales perdieron todos juntos. Pero la gravedad de la situación es tanta que Cristina Kirchner no criticó esta vez a Fernández, ni volteó funcionarios. Cuando lo hizo en septiembre el Presidente sintió el impacto y empezó a deambular «groggy» por el ring. Todavía le dura el mareo.­

Conciente de su poder de daño, parece haber optado por esperar y ver cómo se desarrolla la segunda fase de la estrategia de Fernández que consiste en más de la misma retórica ambigua e inconducente de los últimos dos años. Sarasa.­

No se sabe si la vice la aprueba o quiere que el Presidente pague el costo del ajuste de una vez. Más bien parece haberle dado un «waiver», una dispensa, como las que suele conceder el FMI a deudores morosos y contumaces, por ejemplo, la Argentina.­

Además, no está en condiciones de señalar a nadie porque lo que fracasó fue su invento electoral y si no perdió por paliza en la provincia de Buenos Aires debe agradecérselo al aparato de punteros e intendentes del PJ que funcionó como un reloj.­

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SEGUNDA FASE­

La segunda fase de la estrategia de Fernández incluye un ensayo de acuerdo con el FMI en el que pretende enredar a la oposición. La propuesta tiene sus inconvenientes porque la crisis se agravó por su mala praxis, el «diálogo» con el Fondo sigue en el mismo punto de hace dos años y parece difícil encontrar socios para un ajuste de seguro costo político.­

Por eso Fernández habla de voluntad de acuerdo, pero al mismo tiempo promete mandar al Congreso un «programa económico plurianual para el desarrollo sustentable»olvidándose de que su mismo gobierno dijo que no era necesario un programa o que el programa era el presupuesto 2021 o que jamás ajustará al pueblo, cuando cualquier entendimiento con el FMI pasa por lo obvio: generar superávit y dólares para empezar a pagar la deuda, achicar el gasto público y devaluar porque con la actual brecha cambiaria y la pérdida de reservas se corre el riesgo de que se reduzcan al mínimo los dólares necesarios para que la economía funcione.­

Esa incongruencia económica es tan evidente como la de la convocatoria a la oposición a la que se le exige patriotismo al mismo tiempo que se la responsabiliza del «enorme daño» que llevó al país a la presente situación. Pero sería ilógico pedir coherencia a una estrategia que empieza por desconocer el resultado electoral, que es refractaria a los hechos y que intenta reanimar a un gobierno prematuramente agotado con un «relato» de política ficción.­