
El ritmo de pérdida de reservas y el déficit fiscal imponen correcciones severas después de las elecciones. Urge firmar un acuerdo con el FMI antes de marzo. El dilema de las visiones contrapuestas dentro de la coalición de gobierno.
El estado de situación de la economía argentina es claro. Las divergencias, en cambio, surgen a la hora de plantearse cuáles son las medidas a tomar tras las elecciones legislativas para dejar atrás esta realidad crítica. Allí la biblioteca se divide y los economistas proponen senderos y escenarios disímiles. Es arduo vislumbrar el futuro.
«El Gobierno terminó el período preelectoral con un incremento del déficit fiscal financiado con emisión de pesos. Esa emisión de pesos generó demanda de bienes, que estimula un poco la actividad económica; un poco de deterioro de la balanza comercial; incremento en la brecha cambiaria, y cuando esto ocurre surge la decisión de los exportadores de no liquidar y de los importadores de acelerar importaciones, lo cual produce pérdida de reservas del Banco Central’‘, dice Fernando Marengo, socio y economista jefe de Arriazu Macroanalistas, al momento de hacer su diagnóstico.
Y añade que «si uno se fija qué pasó en las últimas diez ruedas, y agrega la decisión de limitar la tenencia de dólares para las entidades financieras, el Banco Central perdió en medio mes casi u$s 1.000 millones. Lo cual demuestra que es un ritmo insostenible el de la pérdida de reservas».
-¿Por qué mantiene el tipo de cambio oficial en este nivel tan retrasado?
-Porque es una de las tres patas del plan antiinflacionario, junto con el atraso de tarifas y el congelamiento de precios. Post elecciones, nos encontraremos con las reservas en un nivel bajo, con alguna forma de retraso de tipo de cambio, retraso de tarifas, retraso en algunos precios congelados, con la necesidad de recomponer los precios relativos al mismo tiempo de reducir el desequilibrio fiscal que generaron para tratar de mejorar la situación económica previo a las elecciones.
PARA 2022
-El esquema cambiario es insostenible. ¿Vislumbra una devaluación brusca o una aceleración de las devaluaciones diarias (crawling peg)?
-Creo que dado lo crítico de la situación social, con un nivel de pobreza cercano al 50%, y sabiendo que en una reducción del déficit fiscal una parte debería venir por ajuste de tarifas y otra parte por movimiento cambiario, lo cual va a generar inflación, el Gobierno va a intentar postergar esas medidas hasta después de fin de año porque diciembre es un mes socialmente volátil. Ahora, para postergar esas medidas, dado el ritmo elevado de pérdida de reservas, van a necesitar de alguna forma profundizar los controles de corto plazo. Si tengo que pensar cuál es el escenario más probable, tratando de postergar esas medidas poco populares en un contexto social duro, para la semana próxima veo más restricciones antes que algún ajuste cambiario.
-¿Descarta entonces alguna estrategia gradual de depreciación del peso como ocurría en el primer semestre?
-En cuanto a acelerar la depreciación del tipo de cambio, creo que para una economía como la Argentina sería un error porque en la medida en que esto se produzca, se va a acelerar la inflación, se van a incrementar las tasas de interés que va a demandar el mercado para quedarte en pesos. Con lo cual un crawling peg acelerando el ritmo de depreciación lo único que va a hacer es incrementar la variación en las variables nominales. Si van a una depreciación del 5% por mes, la inflación irá al 5% mensual también. Y si yo sé que al mes siguiente van a tratar de devaluar 5%, yo comerciante o empresario voy a tratar de subir los precios un 5% ya. Estaríamos hablando de inflación del 70% analizado y de tasas de interés con un piso del 70%. Sería una mala decisión pensar una aceleración de la depreciación del peso.
FLOR DE AJUSTE
-¿Hay una pulseada en el Gobierno entre quienes impulsan cierta disciplina fiscal, con Guzmán a la cabeza, y quienes se inclinan por una radicalización del modelo, más vinculados al kirchnerismo duro?
-Está claro que el Frente de Todos es una coalición de dos facciones que tienen distinta visión del mundo y de la economía local. Esas dos visiones se contraponen, con lo cual es difícil pensar que puedan convivir en el tiempo. Ahora, ¿cuál de las dos se va a imponer? Estoy de acuerdo con que hay una de las dos que piensa que el resultado de las elecciones fue consecuencia de no haber sido lo suficientemente expansivos desde el punto de vista fiscal. Mientras que vimos que el año pasado, cuando el tipo de cambio llegó a casi 200 pesos, el Gobierno empezó un flor de ajuste fiscal hasta mayo de este año, cuando entró de nuevo en modo electoral. Definitivamente creo que existen esas dos vertientes con visiones contrapuestas.
-Otro partido importante por jugar es el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. ¿Cómo piensa que se están cocinando esas negociaciones?
-Acá hay tres problemas por resolver en el corto plazo. Uno, van a tener que reducir el déficit fiscal que incrementaron en la segunda mitad del año por temas electorales. Hoy solamente se financian emitiendo pesos que la economía no demanda y eso genera las presiones en la brecha, la pérdida de reservas y la inflación. El segundo punto a resolver es la distorsión de precios relativos que se está generando. Hay un salto del tipo de cambio, las tarifas están retrasadas y el precio de algunos productos congelados retrasados. Tendrán que ver cómo resuelven el problema de los precios relativos donde hay que tener muy claro que la resolución de precios relativos quiere decir que hay sectores ganadores y sectores perdedores. Y si estamos diciendo que hay que ajustar tipo de cambio, tarifas y el precio de algunos productos, estamos diciendo que algunos en la economía tienen que perder. Por eso son precios relativos. Para eso hay que entender su dinámica, tener el convencimiento para enfrentarlo y tener el poder político para hacerlo. El tercer punto es el del Fondo. El año que viene tenemos que pagarle u$s 19.000 millones al FMI, más los vencimientos con el Club de París, y para la Argentina resulta imposible afrontar esos vencimientos. La Argentina para no entrar en default lo que tiene que hacer es lograr rollear esos vencimientos, y para lograrlo se necesita un acuerdo. La demanda del acuerdo tiene dos patas: evitar el default y lograr credibilidad, que se conseguiría al estar siendo auditado por el Fondo dentro de un programa.
-¿Eso se firmaría en marzo?
-¿Por qué uno plantea marzo? Porque con los DEG (Derechos Especiales de Giro) que recibimos se le pueden pagar los vencimientos de acá a marzo. Pero el 28 de febrero vencen u$s 2.000 millones con el Club de París y en marzo u$s 3.000 millones con el Fondo, y ahí ya no alcanzan los DEG que nos tiró el Fondo. Entonces surge esto de que antes de marzo hay que lograr un acuerdo para no tener problemas con el Fondo. Ocurre que Argentina quiere un acuerdo de 20 años con reducción de tasa de interés, pero esos 20 años no están autorizados por los estatutos del FMI, donde lo máximo son 10 años. Y para esos 10 años lo que se firma es un Acuerdo de Facilidades Extendidas, pero eso demanda, además de metas fiscales, monetarias y cambiarias, reformas estructurales. Y ahí hay una gran duda de si Argentina podrá lograr un acuerdo de facilidades extendidas antes de marzo. Si no logra eso tendrá que ir renegociando vencimiento por vencimiento.
-Ha circulado la versión de que podría firmarse un acuerdo light hasta 2023, especulando con la posibilidad de un cambio de signo político en la Casa Rosada luego de esa fecha. ¿Qué opina al respecto?
-Independientemente del Fondo, Argentina va a tener que reducir su déficit fiscal porque no lo puede refinanciar. Es decir, hay que hacer ajuste fiscal. Y cuando uno se fija las cuentas fiscales, los grandes candidatos son subsidios económicos contra ajuste de tarifas y la obra pública. Lo segundo, alguna decisión sobre la política cambiaria va a tener que tomar porque el Banco Central está perdiendo reservas a un ritmo de u$s 2.000 millones mensuales. Es insostenible. ¿Por qué creo yo que hay que lograr un acuerdo con el Fondo? Primero, porque hay que pagarle el año que viene u$s 19.000 millones que no tenemos. Segundo, para tratar de lograr credibilidad a través de las auditorías de un organismo de crédito internacional que tiene un reconocimiento global que es mejor que el que tiene la Argentina de manera independiente. Ahora, ¿qué significa un acuerdo light? Podría ser uno donde el Fondo diga `no ajustes el déficit fiscal, no ajustes las tarifas, fíjate qué haces con la política cambiaria’. Supongamos que se logra un acuerdo así, el Fondo no va a desembolsar recursos en términos netos, entonces seguiríamos con el problema del financiamiento. Lo único que van a hacer cada vez que haya un vencimiento es prorrogarlo, pero para financiar el déficit fiscal y cuasi fiscal habrá que ver cómo se logra eso. Y dado que no hay acceso a los mercados de capitales, la única forma es emitiendo pesos. Y si siguen emitiendo vamos a seguir con la brecha cambiaria y la pérdida de reservas. Más allá del acuerdo, Argentina necesita una reducción del déficit fiscal, definir qué va a hacer con la política cambiaria y con la política tarifaria. Tiene que quedar claro que más allá de los requerimientos del Fondo, la economía argentina demanda esas cosas.
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